Alaridos cis-hetero masculinos: entre inversión de opresiones y autoestima colonial

Yarlenis
4 min readDec 11, 2021

Este texto también pudiera llamarse: “De Ciro Bianchi a Fernando Bécquer: entendiendo las violencias de género”, pues, aunque el denominador común es el mismo, como bien apuntaba mi colega Ailynn Torres en un tweet hace unos días, el problema es mucho más que complejo que la individualización de estos dos desafortunados casos. Acompáñame en este raciocinio…

Ante la denuncia pública de hechos de violencia de género como los protagonizados por Fernando Bécquer, o toda vez que el “piropo callejero” se tipifica como asedio, vemos aparecer una actitud recurrente de hombres (presumiblemente, casi seguramente) cis hetero que se sienten amenazados de no poder seguir con el proyecto diario de “salvar a una mujer” por medio de sus “elogios”. Así, pareciera que esta modalidad de misionarios de la palabra, corriera el peligro de extinguirse, un verdadero apocalipsis desde la perspectiva de ellos. Es eso lo que transparece en el texto desafortunado de Ciro Bianchi en Cubadebate: http://www.cubadebate.cu/especiales/2021/11/27/piropos/, donde el susodicho dice:

Elogiar al paso la belleza de una mujer, hacerlo cara a cara, casi en su susurro, o decírselo solo con los ojos, nunca es pecado, y en verdad a veces es difícil contenerse porque hay cubanas tan monumentales que bien merecerían que las declarasen patrimonio de la nación”

En la misma cuerda de esta misión que se adjudica Bianchi (y que nadie le ha pedido), hemos visto una lluvia de comentarios de hombres (presumiblemente cis hetero) que se quejan diciendo: “ahora ya no se puede más seducir o enamorar a una mujer. En tierras twitterianas varias personas compartieron un tweet de Raúl Torres Fénix que dice así: “llegará el momento en que seducir a una mujer desde el respeto será acoso sexual?” De vuelta al apocalipsis.

Foto de Andrea Piacquadio no Pexels

Este alarido cis hetero masculino no es más que una inversión de opresiones, término que aprendí con mi colega, amiga y amor Geni Núñez (sigan a Geni en sus redes que no se arrepentirán @genipapos). O sea, los opresores se colocan como víctimas todas las veces que la hegemonía es cuestionada. Y osan afirmar que están siendo silenciados, como si de hecho las mujeres y otros grupos subalternizados tuvieran poder estructural para silenciar a hombres cis hetero. Ese alarido no es más que un blindaje defensivo delante de la crítica cada vez más sistemática a ese lugar de poder que es la masculinidad hegemónica.

A mi juicio, tal alarido cis hetero masculino guarda tras de sí otro enunciado: “ahora ya no podemos ser más acosadores con total impunidad como lo hemos sido hasta ahora, y estamos descontentos con la imposibilidad de seguir campeando como si el cuerpo de las mujeres fuera tierra de nadie”. El malestar que traduce ese alarido es la imposibilidad de continuar con la autoría masculina del cuerpo de las mujeres.

Pero hay otra dimensión de ese alarido, que es la autoestima colonial (una noción que también aprendí con Geni Núñez) que está envuelta en ese grito apocalíptico. Si analizamos detenidamente esa postura nos percatamos como ella traduce una postura subjetiva de pensarse como centro y autorreferencia del mundo. Es como si dijeran: ¿Cómo es que las mujeres van a poder vivir sin mi “elogio”? (yo, salvador, misionario de la palabra que tengo este noble encargo):

Primero: ya hay una porción significativa de mujeres que prescinden del proyecto salvacionista de conquista y seducción cis-hetero masculina. Mujeres lesbianas tienen cero interés en ese tipo de “conquistas”. Por lo que queda demostrado que el mundo no acabó ni acabará por ello…

Segundo: Aún si fuera el caso de que NUNCA más los hombres cis hetero pudieran seducir mujeres interesadas en ello, el mundo no va a parar, la tierra no va a dejar de girar. Uds no son la vacuna contra el COVID-19, de quien el mundo depende para seguir su curso. Menos, un poco menos de autoestima colonial…

Tercero: Ud va de hecho a poder enamorar a una mujer en un contexto que implique CONSENTIMIENTO. Acepten que el consentimiento es la condición indispensable para que un encuentro (de dos…o más, quien sabe, haya poliamor jejejeje) pueda darse en una relación de igualdad. Desconocer que el consentimiento es la condición necesaria para ese tipo de vínculos, es tratar a la mujer como un objeto, un receptáculo pasivo de todo cuanto a un macho se le ocurra opinar sobre su cuerpo. Si hay algún apocalipsis en esta historia es ese: el fin de la aceptación de las violencias de género. No nos callamos más. No aceptamos más que terceros tengan la autoría de nuestros cuerpos.

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Yarlenis

Feminista. Doutora em Ciências Humanas (UFSC). Feminismos, Estudos de Gênero, Psicologia Social crítica.